‘¡Ave, César!’, raspada comedia coral de los hermanos Coen

Han dejado para la posteridad películas como Muerte entre las flores (1990), Fargo (1996), No es país para viejos (2007) o A propósito de Llewyn Davis (2013). Los hermanos Joel y Ethan Coen destacan por su calidad dramática. Su aproximación a la comedia con O Brother! (2000) o la apreciada El gran Lebowski apasiona a unos y aburre a otros. Las cartas sobre la mesa: me ubico en el segundo grupo.
Por ello entré a la sala de cine con expectativas bajas. ¿Una comedia de los Coen con Clooney, Johansson o Fiennes? ¡Ave, César! nos sitúa en el Hollywood de mediado del siglo pasado, con múltiples guiños al submundo de la industria en aquellos tiempos y en los actuales pero sin que el periodo histórico determine el devenir de los acontecimientos o deba prestársele especial atención.
En tanto comedia la película no brilla. Contiene momentos hilarantes, en efecto, pero muchos quedan en definitiva como puentes válidos. No acudan a su cine próximo con intención de reír a carcajadas, o saldrán defraudados. Sin embargo ¡Ave César! no aburre en ningún momento debido a su gran variedad de situaciones y escenarios: en cada plató un gag y un elenco distinto de actores.
Y es que lo nuevo de los hermanos Coen supone una colección de instantes entretenida con la que logran salvar el tipo. Con un guión blando incapaz de cohesionar la sucesión de momentos que nos presentan, la acción no se centra -como cabe esperar por el tráiler, la sinopsis y los pósters- en el secuestro de una superestrella de Hollywood. Este hecho se encadena con otras para conformar el día a día de un productor estresado, de soluciones drásticas e ideas fijas.
Tampoco aquí crean la mentirosa campaña de promoción. Josh Broslin mantiene sobre sí el peso narrativo y de metraje de la película. Con una actuación merecedora de halago, apenas comparte leve protagonismo con un George Clooney cómodo en su rol de superestrella en un papel cómico -hablamos del mundo real, no de la pantalla-.
Las apariciones de un acertado Ralph Fiennes, Tilda Swinton, un inesperado Channing Tatum aguerrido y con gancho, un fugaz Jonah Hill o una Scarlett Johansson fascinante como caprichosa e imposible musa de nadie más parecen cameos en algunos casos, un cebo para el espectador que espera disfrutar del desfile de estrella y contempla cómo se reparten las migajas de cuatro escenas, un reparto secundario y coral. Alden Ehrenreich sí destaca por su tiempo y relevancia. «Es… complicado».
¡Ave, César! se mantiene en pie hasta el asalto final gracias a cierta intriga en perenne stand-by hasta un final con momentos sorprendentes pero flácido en lo fundamental. Subyace un homenaje velado a la labor de los guionistas, tan desprovistos de entidad propia en Hollywood, y a los sufridos productodres. Es de estimar que se aborden temas como el aborto o el comunismo sin una condena implícita detrás, algo nada fácil entre la sociedad norteamericana.
Con ¡Ave, César! no nos acercamos a los mejores Coen, pero tampoco caemos en saco roto. Pese a lo prescindible de la propuesta, estos ¿sobrevalorados? -en el sentido literal del término- directores regresan con una película suficiente entre manos.
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