Carne de Video-club (V): Noche de miedo

Los que ya vamos cumpliendo cierta edad guardamos en nuestra memoria cinéfila algunos títulos que consideramos legendarios más que por sus virtudes cinematográficas por lo mucho que nos marcaron en el tierno momento de su visionado. Noche de miedo era una de esas películas de los 80 que sin llegar a ser un gran éxito en su estreno se fue convirtiendo en un título imprescindible para todo pre-adolescente de la época gracias al boca-oreja y las cintas VHS.
Se trataba de una deliciosa combinación de comedia juvenil y cine de terror hábilmente perpetrada por el director Tom Holland. Mi natural rechazo a los Remakes y el cariño todavía permanente a la cinta original me obligaban a descartar simultaneamente del estante del video-club esta nueva versión protagonizada por Colin Farrell a pesar de sus buenas críticas, sin embargo al final la curiosidad (y el hecho de tener algo que comentar en esta sección) me decidieron a alquilarla.
Lo cierto es que nos encontramos ante una versión bastante decente, sobre todo porque el director Craig Gillespie ha sido lo suficientemente respetuoso con el original consiguiendo al mismo tiempo adaptar la historia a la actualidad. Una película bastante divertida y disfrutable, eso sí, para una noche de sillón y palomitas en casa. Pagar una entrada por verla en cine ya debe ser otra cosa, y eso mismo debió pensar la mayoría del público potencial que la dejó en su momento en unos 37 millones por los 22 que costó. No es un gran fracaso pero si añadimos una gran campaña publicitaria en su momento y ciertas expectativas demasiado optimistas la cosa cambia.
Gillespie, director de la muy interesante Lars y una chica de verdad, acierta en varios momentos importantes de la película, la gran escena del rescate de una víctima por parte del protagonista, la persecución entre coches y sobre todo la pelea disparatada con el friki-vampiro amigo del chico. Consigue cierta gracia en una atmósfera plagada de guiños y referencias al cine de los ochenta con alguna puya incluida a la saga Crepúsculo. Funciona también de igual manera algún cambio de roles bien logrado para la trama como la relación entre el protagonista, un correcto Anton Yelchin y Christopher Mintz-Plasse, auténtico roba escenas de la función.
Sin embargo falla completamente en las dos bazas más importantes de la historia; El personaje del vampiro protagonista que en la cinta original era un vampiro clásico, seductor y misterioso, interpretado de manera impecable por Chris Sarandon (que realiza aquí un cameo) se torna aquí en un macarra de barrio más cercano a un psicópata de telefilm ayudado por un Colin Farrell con el piloto automático. Por otro lado el grandioso personaje de Peter Vincent al que Roddy McDowall dio vida magistralmente se torna aquí en un histriónico y pasado de vueltas David Tennant cuya mayor virtud es hacerse el borrachuzo.
El guión es bastante torpe mostrando las cartas demasiado pronto, como cuándo Jerry el vampiro admite a las primeras de cambio ser un vampiro, cosa que aunque todos sabemos le resta una buena parte del suspense que sí tenía en su primera parte la película de Tom Holland. Con todo es, como dije antes, una película para divertirse sin que te traten como imbécil, tan fácil de disfrutar como de olvidar, lo contrario que su predecesora. Me pregunto para cuando un remake de otra película del mismo estilo, época y cariño entre sus fans como era Jóvenes Ocultos. Seguro que por desgracia no habrá que esperar mucho.
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