Especial El Intercambio (I): Clint Eastwood, el actor incansable

El pasado viernes uno de los iconos del cine estrenó su última película. El Intercambio es lo nuevo del incansable Clint Eastwood que en los últimos años no se conforma con estrenar una sola película. Con motivo de este estreno me parece de recibo dedicarle al actor, director, realizador y compositor de jazz, un especial tanto por su trayectoria como director como de actor.
La filmografía -como actor- del norteamericano nacido en 1930 en San Frnacisco, está llena de títulos muy dispares, pero en la mayoría desde que empezase con un papel en La venganza del monstruo de la Laguna Negra (Revenge of the creature), ha ido evolucionando poco a poco y paso a paso, convirtiéndose en uno de los actores más laureados de la actualidad. En su filmografía podríamos distinguir dos etapas; una que empezó con el western , sobre todo junto con Sergio Leone, y otra posterior en las que eligió películas de otros géneros, pero en las que representaba papeles muy próximos a sus roles en el western.
Claramente la influencia que produjo en el actor la «trilogía del dolar» -Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo- se notaría en sus próximas películas como actor y director. Convertido en el duro del oeste, Eastwood participó en La jungla humana de Don Siegel, con el que volvería a trabajar en Dos mulas y una mujer una película icono de los 70 dentro del cine de la violencia norteamericana en la que varios directores mostraban su malestar con el mundo reflejandolo en la pantalla -Sam Peckinpah, Arthur Penn, Nicholas Ray, entre otros- y Cometieron dos errores de Ted Post siguiendo la línea de sus anteriores papeles. En sus próximos trabajos el western ocuparía todo su tiempo, mientras le esperaba su segunda etapa como actor, donde desarrolló uno de los personajes más controvertidos del cine.
El personaje del detective Callahan, fascina tanto como puede ser odiado, confecciona un típico personaje del cine del oeste trasladado al cine moderno, como detective, una continua característica en sus trabajos futuros. Obras como Ruta suicida, Duro de pelar o La gran pelea, mantienen esta linea de personajes violentos y salvajes. Con Harry, el sucio, volvería a trabajar con Don Siegel, que a contribuido mucho en dotar a Eastwood de papeles a su medida, lo haría después en una de sus grandes películas en 1979 con La fuga de Alcatraz. A esta primera película le siguieron Harry, el fuerte y Harry el ejecutor, que mostraron a un Eastwood salvaje y fascinante. En medio de estos trabajos tuvo tiempo para enfundares de nuevo sus revólveres y su sombrero para protagonizar cintas tan notables como Infierno de cobardes en el 72, Un botín de 500.000 dólares, del genial Michael Cimino en el 74 o El fuera de la ley en el 76.
Los años 80 no fueron una mala época para el actor que compatibilizó su trabajo como actor y director. En esta década hay que hacer, entre otras, especial mención a films tan destacados como El jinete pálido o la impactante El sargento de hierro en 1986, donde representa a un personaje detestable, pero fascinante, un tipo de personaje que al espectador le atrae y que somete a una reflexión continua sobre el mundo del ejercito y los soldados.
Lo que Eastwood ha conseguido dejar para la posteridad es su incansable trabajo tanto delante como detrás de las cámaras, y el saber adaptarse a diferentes tipos de papeles y corrientes cinematográficas. Al principio de los 90 llegarían sus dos obras maestras. En 1992, Sin Perdon lo igualó como director a los grandes del cine, y por supuesto se reservó el papel principal, que pensándolo fríamente, estaba escrito para él. Toda una vida vestido de vaquero no iba a pasar desapercibido en el mejor papel que ha realizado. La dicotomía se encontró cuando tres años después dirigió y protagonizó Los puentes de Madison. Tan diferente a todas sus películas, resultó ser una delicia en imágenes, un recorrido por lo más oculto del director y un personaje, que si bien no guardaba estrecha relación con toda una carrera de hombres duros, llenaba igual la pantalla para enamorar a Maryl Streep y los espectadores, y la convierten en uno de los mejores dramas románticos del cine contemporáneo.
No quiero extenderme más, Clint Eastwood es uno de los grandes y podríamos detenernos en cada una de sus películas y analizarlas. Tan solo en estos últimos años se ha dedicado más a dirigir que actuar, y obras como Poder absoluto, Deuda de sangre o Space Cowboys, han quedaron eclipsadas por su trabajo como director. Este año El intercambio y Gran Torino, lucharan entre sí por un puesto en la alfombra roja, solo esperar a que el norteamericano nos consiga sorprender durante muchos años.
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