El humor de ‘Hotel Transilvania 2’ mejora el precedente

La amistad entre humanos y monstruos se mantiene, pero la llegada de un nuevo miembro a la familia de Drácula amenaza con perturbar la paz. Con esta premisa Hotel Transilvania 2 nos pone ante los intentos del conde más famoso del cine de que su nieto Dennis se convierta en un vampiro y continúe la saga familiar.
Lo más destacable de esta segunda entrega es la primacía de lo humorístico, del gag inesperado, sobre lo demás. Lo cómico se impone frente a una historia simplona y mil veces tratada que bebe en exceso de la primera parte. El guión sabe sacar partido a las peculiaridades de cada personaje, a las características de cada monstruo diferente para sonsacarnos una sonrisa. Porque en efecto, volveremos a tratar con Frankestein, la Momia, el Hombre Lobo o el Hombre Invisible -y su novia transparente-.
En lo visual se muestra atractiva y acertada. Decíamos que la historia no merece la pena en sí misma, sobre todo en su recta final, donde no solo recuperan demasiado de las bases de la primera cinta sino que su desenlace en términos de acción puede resultar inapropiado y atacar la lógica moral misma de Hotel Transilvania 2. Una resolución distinta al conflicto entre viejos y nuevos valores se hacía necesaria.
Resulta obvio que la originalidad de propuesta se pierde en esta segunda parte -el mundo y sus personajes ya existían, sabemos a lo que venimos- pero el director Genndy Tartakovsky sabe compensarlo con mayor agilidad narrativa y los mencionados gags constantes. En su mayoría resultan entretenidos cuanto menos, si bien es cierto que algunos son previsibles o demasiado trillados (¿alguien ha dicho copia a Gru, mi villano favorito en uno de los gags?¿Lograréis encontrarlo?).
La película trata temas como la paternidad, la aceptación del diferente o los conflictos inter-generacionales desde una perspectiva infantil clásica. En cierta medida se reutilizan tramas de la primera película, como si se quisiese repetir el éxito desde un prisma distinto.
La inclusión de Dennis, el pequeño hijo de la vampira Mavis y el humano Jonathan, supone que al contrario que en la primera película exista un personaje infantil gracioso y que actúa como lo haría la mayoría de niños: todo le llama la atención, se ríe de lo que a los adultos preocupa y no para quieto de un lado para otro. Por tanto los espectadores más jóvenes podrán identificarse con él y quizá adentrarse en la película de un modo distinto.
En definitiva se trata de una propuesta cómica que mejora lo visto en la primera película por su apuesta por un humor más directo y continuo y su mayor dinamismo. Gustará a los más pequeños por sus bromas simples y efectivas y su atractivo gráfico. Quizó los adultos encuentren menos profundidad que en otras cintas de animación contemporáneas, pero en ningún caso sentirán que han tirado el dinero de su entrada de cine, y de seguro lograrán reírse. Los 90 minutos de metraje se pasarán volando para niños y mayores.
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