Los Minions: sí pero no

Este próximo viernes día 3 de julio, en plena canícula veraniega, llegan a nuestras pantallas los secundarios amarillos más famosos del mundo cinematográfico, los Minions.
Tras encandilarnos a todos en sus apariciones junto a Gru, mi villano favorito, han conseguido su propio largometraje.
La historia de LOS MINIONS se remonta al principio de los tiempos. Los Minions empezaron siendo organismos amarillos unicelulares que evolucionaron a través del tiempo, poniéndose siempre al servicio de los amos más despreciables. Ante su incapacidad para mantener a esos amos, desde el T. Rex a Napoleón, los Minions acaban encontrándose solos y caen en una profunda depresión.
Sin embargo, uno de ellos, llamado Kevin, tiene un plan. Acompañado por el rebelde adolescente Stuart y el adorable Bob, decide lanzarse al mundo en busca de un nuevo amo malévolo a quien sus colegas puedan seguir. El trío emprende un emocionante viaje para conseguir una jefa a quien servir, la terrible Scarlet Overkill. Pasarán de la helada Antártida, a la ciudad de Nueva York en los años sesenta, para acabar en el Londres de la misma época, donde deberán enfrentarse al mayor reto hasta la fecha: salvar a la raza Minion de la aniquilación.
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La idea era buena: unos secundarios que nos han hecho reír en cada una de sus apariciones, y que han reinado con éxito por las redes sociales, bien podían merecer su propia película. El problema, como siempre, es el guión.
Y es que, si bien los Minions funcionan perfectamente como acompañantes del protagonista, dosificando sus apariciones (siendo casi siempre geniales en las dos películas anteriores), al conseguir ser la estrella principal de la película se corría el riesgo de `padecer el «mal del chiste demasiado alargado». Y así ha ocurrido.
Los minions, en pequeñas dosis, son simplementes tronchantes, pero el guionista Brian Lynch (responsable de la también insulsa El Gato con Botas) y los directores Kyle Balda y Pierre Coffin, no han sabido torear este problema y se ha quedado en una serie de gags, bien hilados, pero que solo logran hacernos sonreír levemente, más por lo que se insinúa que por lo que vemos. Es cierto que hay algunos buenos chistes (el de los Beatles, por ejemplo), pero sólo funcionan momentáneamente y para los adultos. El humor general de la película es muy infantil (más que el visto en las películas de Gru), y tal vez guste mucho a los niños más pequeños, pero poco más.
En resumen, una oportunidad desperdiciada que, si bien no es una mala película, es totalmente prescindible y sólo apta para los fans más acérrimos de los Minions.
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