Spectre, elegancia espectacular británica

Existe cierto halo de despedida en Spectre por presuponerse que será la última encarnación de Daniel Craig como James Bond. Rumor extendido o falsa creencia que el propio Craig ha desmentido al declarar que todavía está unido al espía por una cinta más.
No es el modo más arquetípico de comenzar una crítica, pero echaremos de menos a este Bond rudo y excesivo de Craig, máxime cuando en Spectre tenemos la mejor interpretación del actor de Chester en este rol.
El punto de partida para esta vorágine de acción es un mensaje críptico que pone a Bond en la pista de una misteriosa organización denominada SPECTRE. Argumentalmente, la película enlaza directamente con Skyfall e hila de forma conveniente el pasado del Bond de Craig para intentar darle coherencia a toda la mitología desvelada en las últimas cintas del personaje.
La secuencia de introducción debe destacarse porque incluye ese perfume de elegancia y sobriedad que define al personaje de Ian Fleming con una puesta en escena espectacular y que sin duda supera al resto de secuencias incluidas en Spectre. La cinta progresa con velocidad y aunque dedica tiempo a los detalles el ritmo es vertiginoso.
Spectre no solo se construye con acción, ya que existe una trama política claramente inspirada en la vulnerabilidad de la privacidad del individuo. El peso interpretativo de esta trama recae directamente en Ralph Fiennes, M en la cinta que nos ocupa. Un Ralph que cree en el personaje y le dota del nervio necesario para ejercer del superior de Bond, pero que lamentablemente le falta el carácter de Judi Dench en el mismo perfil, pero en ningún momento desentona. Es más una cuestión de cambio de perspectiva con el cambio de testigo entre actores.
La segunda trama y más importante para el propio desarrollo de James Bond se construye con SPECTRE. Esta oscura organización es un simple movimiento de marionetas para el villano interpretado por Christoph Waltz. Un némesis intelectual y retorcido. El músculo está dispuesto por Dave Bautista como el imponente Hinx. Esta dualidad de roles recuerda a otras cintas antiguas del agente 007 y es que la ejecución de Spectre es muy clásica en la forma de desentrañar la trama, avanzar en diversos elementos de la acción y en ciertos guiños a otras cintas antiguas del personaje.
En una película de James Bond es obligado hablar de las chicas Bond. En este caso tenemos a Mónica Bellucci y a Léa Seydoux como las femme fatale. Con Bellucci se han excedido en su promoción, porque su papel aunque importante y necesario para hacer avanzar la maquinaria es poco menos que de tránsito. La gran mujer Bond es Seydoux por el guion que posee y por la propia interpretación de la joven actriz. Un personaje sutil, duro y con ciertos elementos caricaturescos, pero elementales con el circo de la película.
Estamos ante un ejercicio de disfrute con mucho músculo de acción y que falla en elementos no primigenios. La dupla de villanos aparece desdibujada. Waltz dibuja un personaje histriónico deslucido por su falta total de letalidad. No es capaz de trasladar al espectador que es un villano falto de acción compensado con inteligencia y sadismo. Hinx aparece para poner en aprietos a Bond, pero su presencia es demasiado angulosa y predecible, aunque deja rápidas secuencias de acción para disfrute de los fans. Otro elemento permisible es lo tonta que resulta la resolución de ciertos hechos. Es difícil creer que para solventar ciertos elementos la mejor decisión sea la que aparece en la cinta, pero es la que tenemos.
Estos errores no deslegitiman que estamos ante un gran película de acción y ante un mayúsculo James Bond que hace volar el reloj en sus dos horas y veinticinco minutos de metraje, pero no está exenta de ciertos errores que evidencian que está menos cuidada que Skyfall. Muy divertida con todo.
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