
A la sombra del éxito de ese actor de rostro impasible llamado Kevin Sorbo, Sam Raimi decidió crear en 1998 un spin-off sindicado adicional para el universo de Hércules y Xena. Su nueva (¡y brillante!) idea era transformar al mítico héroe griego en un jovenzuelo todopoderoso y rubio que tendría el rostro de un desconocido Ryan Gosling, que por aquel entonces no alcanzaba ni la mayoría de edad. El resultado, más cutre y barato incluso que las anteriores producciones, no tuvo demasiado éxito, solo dando material para una temporada de 49 episodios, pero dio a conocer a una de las grandes estrellas del cine actual, un actor que, desde aquel mitológico papel, ha ido pasito a pasito ganándose el respeto de la industria, los cineastas y de la audiencia. Eternamente tratando de huir de esa imagen de eterno adolescente guaperas.
Hay muchos motivos para ver Blue Valentine: Porque está protagonizada por dos fantásticos actores, Ryan Gosling y Michelle Williams, porque por lo que nos cuentan las críticas dista mucho de la típicas películas románticas y, por una vez, muestra las relaciones tal y como son, porque su director, Derek Cianfrance, trabajó en el guión del filme durante 12 años ... Pero, por si todavía no estáis convencidos, os traigo cuatro nuevas imágenes y una entrevista con Cianfrance, que seguro que os ayudan a decidiros.
Blue Valentine cuenta la historia de Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams), una pareja que se conoce, se enamora y se casa. Pero, al contrario que en las mayoría de las cintas, el matrimonio no es el final de la historia, sino el comienzo. El desgaste del día a día hace que vayan apareciendo las primeras grietas en la relación, hasta que ambos se ven sumidos en una depresión, y el amor deja paso al desprecio mutuo.