The extraordinary Tale, oscuro cuento de hadas

The Extraordinary Tale es una comedia negra, “un cuento de hadas macabro” como lo definen sus directores Laura Alvea y José F. Ortuño que ya fueron seleccionados con su cortometraje Relojes de Arena en el Festival de Venecia.
Es una película dirigida a un público internacional, rodada en inglés y ambientada en ningún lugar concreto del mundo. Por ello, los autores se rodearon de un reparto internacional, empezando por la protagonista, Aïda Ballmann, canaria de origen alemán y el actor norteamericano asentado en España Ken Appledorn, premiado en el pasado Festival de cine español de Málaga.
The Extraordinary Tale es la historia de una mujer muy particular, que conoce a un hombre muy particular, y viven una historia de amor aún más particular. Y es que ella sufre un grave trastorno mental debido a una infancia más que complicada. Y él también. Ahora, esta mujer que aún sigue en una eterna infancia, debe enfrentarse al mayor desafío de todos: ser madre.
Bajo una apariencia de surrealista cuento de hadas, colorido y amable, nos encontramos con una historia perturbadora, dura y terrible pero tierna a la vez: una pareja muy singular deben enfrentarse a la mayor de las responsabilidades, ser padres.
Ya desde los títulos iniciales, que son una verdadera declaración de principios, notaremos que esta película es mucho más que una simple historia sobre la maternidad y sus dificultades. Los colores, la acción corriendo ante nuestros ojos en sentido contrario al habitual… Desde el primer momento sus directores (José F. Ortuño y Laura Alvea, ambos con gran experiencia en este mundo, pero cuyo primer largo es éste) quieren ponernos en situación: estamos ante una situación atípica pero, por ello, universal.
Universal porque esta película, esta reflexión sobre la soledad, la convivencia y la maternidad (entre muchos otros temas) está contada para que pueda ser entendida por cualquiera en cualquier lugar del mundo: nunca sabemos dónde viven los protagonistas, ni de qué viven (las pocas pistas que tenemos del trabajo son absolutamente surrealistas), pero es que ni siquiera conocemos sus nombres (en los títulos de crédito incluso aparecen como «ella» y «él»).
La protagonista (absolutamente deliciosa Aïda Ballmann) nos es presentada como una mujer dulce, amable y encantadora. Por desgracia no está en absoluto preparada para ser madre. Mientras que la excusa argumental es su trastorno mental (como podría haber sido ambientada en una historia de ciencia ficción, por ejemplo), lo realmente importante es la dura realidad de que todo el mundo puede tener un hijo, con las consecuencias que esto puede traer cuando los padres no están preparados.
Con la clara intención de que el espectador reflexione sobre este peliagudo tema, los directores utilizan todos los recursos a su disposición para mantenernos hipnotizados. Si los dos actores principales están fantásticos en su papel, destaca claramente Aïda Ballman y no solo porque esté más minutos en pantalla que su compañero: su mímica, sus gestos, sus miradas nos expresan más que cualquier palabra que pudiera decir. A veces parece una muñeca (con reminiscencias de la Pris de Blade Runner) y otras veces nos transmite dolor o incluso terror.
Además del trabajo actoral, esta obra utiliza maravillosamente la música, la escenografía y un magnífico montaje. La primera, obra de Héctor Pérez, nos ayuda a empatizar con la historia de una forma directa, visceral. La puesta en escena es también sumamente importante y reveladora: en un principio se nos muestran colores vivos y una iluminación que, inconscientemente, nos hace introducirnos en este cuento de hadas con una atmósfera etérea, como si de un sueño se tratara. Poco a poco, y sin apenas advertirlo, esto irá cambiando por una iluminación y unos colores más oscuros y tenebrosos, acorde con los sentimientos de la protagonista, con una atmósfera mucho más melancólica.
Real como la vida misma, este cuento de hadas comenzará con un soñado príncipe azul (al que tardaremos en ver la cara, creando cierto suspense). La narración jugará con la simetría para mostrarnos la similitud de caracteres de los protagonistas. Tras un período de felicidad y descubrimiento, la convivencia les llevará (como a cualquier pareja) a la monotonía y el aburrimiento (representado sobre todo por el duro y esclavo horario de trabajo).
Pasarán algunas breves épocas de felicidad, conseguidos por los intentos de ella de salir de esa monotonía, pero que serán sueños destrozados por la dura (y gris) realidad. Mientras, la dura labor de ser madre hará mella en la antes vital y alegre protagonista. Poco a poco el cuento de hadas absurdo se convertirá en una negra comedia hasta que lleguemos al final ¿feliz?
Por si su valor artístico fuera poco, hay que reconocerles el gran mérito a la hora de acometer un proyecto como este, con recursos muy limitados: se ha rodado sin un solo euro de ayudas públicas y es la propia productora quien la distribuye, sin intermediarios ni apoyos. Toda una (feliz) locura para estos tiempos de crisis y recortes.
Una película que nos hará pensar y que es un soplo de aire fresco en las pantallas. No es que sea la primera vez que veamos todos estos recursos para contar historias similares, pero es de agradecer que se nos ofrezcan alternativas agradables. Abstenerse buscadores del cine convencional y uniforme.
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