Torrente 5: Operación EuroVegas. Más de lo mismo

Hoy llega a nuestras pantallas la quinta entrega del ex –policía más miserable, guarro, machista y odioso de todo el cine español (y me atrevería decir que de todo el cine mundial): Torrente.
Acompañado, de nuevo, de un extenso séquito de personajes lastimosos y pobres diablos, Torrente vuelve para, esta vez, demostrarnos cómo se perpetra el mayor robo del siglo.
Torrente sale de la cárcel en el 2018, la España que se encuentra no se adecúa a sus ideales y decide convertirse en un «fuera de la ley». A través de un contacto de su estancia en prisión, Torrente localiza a John Marshall, la persona que se ocupó de supervisar la seguridad cuando se planificó el principal casino-hotel de Eurovegas. El más indicado para planear un golpe. Marshall le explica la necesidad de organizar una banda de especialistas, que Torrente se encargará de reclutar entre sus «contactos». El golpe del siglo está en marcha.
Con esta premisa, y teniendo en cuenta que esta es la quinta entrega de una saga, ya deberíamos saber qué nos vamos a encontrar: cameos de “amiguetes” (algunos realmente divertidos), humor durante dos horas, algunas bromas soeces y escatológicas (me ha dado la sensación de que muchas menos que en entregas anteriores) y referencias a temas actuales… a pesar de que esté ambientada en un futuro cercano.
Segura no engaña a nadie: si en las cuatro películas anteriores ha tenido un enorme éxito de público con un personaje miserable y su “troupe”, en Torrente 5: misión Eurovegas encontraremos más de lo mismo, y eso no es ni malo ni bueno: les gustará mucho a los que ya les gustaban las anteriores, y no cambiarán los gustos de los demás.
Torrente sigue siendo el mismo personaje desde la primera película, sin cambios, sin evolución, ya que es un personaje bien creado desde el principio, tan miserable y despreciable que no se le puede pedir más. El resto de los secundarios hace lo de siempre: meras comparsas que ayudan al protagonista a avanzar en la trama a base de chistes simples y muy físicos normalmente.
La mayor parte se basan en la «sorpresa» de los cameos, ver a varios personajes populares realizando un papel satírico o incluso paródico y que, en la mayoría de las veces, funciona más que correctamente. Otro tipo de humor es la deformación de la realidad, el esperpento de Valle: España ha sido expulsada de Europa, Cataluña se ha independizado y los billetes (en pesetas de nuevo) tienen la efigie de los reyes Felipe y Leticia. Un tercer pilar del humor es la comedia física, que Segura conoce bien, traída directamente de los clásicos del cine mudo. Por último, tenemos la parodia (y homenaje) a clásicos del cine: desde una estupenda recreación de la primera versión de El planeta de los simios (Schaffner, 1968), pasando por menciones a Rain Man, llegando al evidente Ocean’s Eleven… bien el clásico con el Rat Pack, bien el remake con Clooney y sus amigos. Sin olvidar clásicos españoles que están presentes, algunos más que otros, como Atraco a las tres o Los tramposos, por ejemplo.
Pero el humor de Torrente 5: Operación Eurovegas, a pesar de su sencillez, está bien trabajado y es muy efectivo, dándole al espectador lo que espera. De ahí el éxito de la saga. Segura acertó con la primera película y sigue repitiendo la formula con bastante éxito.
En cuanto a los actores, debemos destacar al inevitable «intruso» invitado que si en la anterior era Kiko Rivera, ahora es el turno de Jesulín de Ubrique, que cumple correctamente haciendo el mismo papel que el resto de sus compañeros, el de limitadito mentalmente. Por su parte, Julián López tenía la difícil misión de encarnar al personaje (querido por muchos) de Cuco. Para evitar problemas, el guión solventa el problema a las primeras de cambio: «¡pero si pareces otra persona! ¡Es que soy otra persona!». Así deja libre a este actor para que pueda mostrarnos su buen trabajo con el personaje (sobre todo físico). Por último, la estrella invitada, el malo de la película que debe ser, según marca la tradición de la saga, un personaje sorprendente que, en la realidad, poco o nada tiene que ver con el resto. En esta ocasión Segura ha contado nada más y nada menos que con la participación de Alec Baldwin quien pone un punto de clase a toda esta recua de personajes.
No debemos dejarnos engañar por la envoltura soez y burda del humor de Torrente: Segura se rodea de muy buenos profesionales para realizar sus películas (sobre todo técnicos) dando como resultado un film de una factura que nada debe envidiar a muchas producciones extranjeras. La fotografía, la música o los efectos (magnífica la persecución final) son de los mejores que podemos ver en nuestras pantallas.
El guión, en cambio, no nos sorprenderá en absoluto. Es sencillo, lineal y previsible pero eso es lo que quiere el director, algo simple para que disfrutemos durante casi dos horas divirtiéndonos de una manera sencilla. Este humor no es para todo el mundo, pero no podemos negarle a Santiago Segura su mérito al intentar distraernos y hacerlo con cierta calidad. Otra cosa es que el personaje protagonista sea inaguantable, pero eso es otra historia.
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