‘X-Men: Apocalipsis’ – Entretenida aventura mutante

El supermutante Apocalipsis despierta de su sueño milenario dispuesto a hacer valer su nombre. Recluta a sus cuatro jinetes mutantes y dispone el fin de la existencia humana. Pero una escuela peculiar al mando de un misterioso Profesor X no parece dispuesta a vender barata la piel.
En X-Men: Apocalipsis el director de Sospechosos habituales (1995) o X-Men: días del futuro pasado (2014) Bryan Singer rueda escenas de acción bien dosificadas, no abusa del caos visual ni promete aquello que no entrega. Tampoco se enreda en irresolubles dilemas; una amenaza y unos héroes para enfrentarla. ¿Quién pide más?
Los efectos especiales apabullantes y cuidados apenas sorprenden a nadie en 2016, la repetición crea costumbre y ésta rutina. Los diálogos pecan con ecos de frases manidas en los pasillos de Los Ángeles, no resaltan ingenio u originalidad.
Con escenas humorísticas hilarantes en su haber -la sala se partía la caja- echamos en falta mayor peso de la broma puntual que no rebaja el tono y sí multiplica la satisfacción. La narración lineal y puede que previsible engancha al espectador por su acción medida, por su buen ritmo narrativo. Sin prisas ni arrebatos, sin pausas ni grandes vacíos.
El malvado némesis se presenta sin profundidad ni motivaciones novedosas, pero tampoco la trama lo pide a gritos. Ésta cae en flecos sueltos, momentos propiciados por necesidad del guionista Simon Kinberg. Encontronazos casuales, decisiones que nada traen y nada llevan, algunas escenas sin sentido ni recorrido -como si vociferaran «¡méteme en la versión extendida y aligera el metraje!»- e incluso personajes sin entidad propia suficiente, como tomados al granel.
¿Qué pinta la CIA con nada?¿A quién obedecen los oportunos soldados?¿Por qué abrazas y perdonas sin castigo a quien un cuarto de hora antes asesinaba y destruía a placer -ésta incomprensible parte ha sido añadida con calzador-? Un repaso a la cinta X-Men: primera generación de Matthew Vaughn en 2011 ayudará a centrar mejor las referencias constantes a su trama en X-Men: Apocalipsis.
James McAvoy y Michael Fassbender desfilan en su línea admirable, algo relajados en consonancia con la madurez de sus personajes. También Jennifer Lawrence destaca como líder comprometida y vivida en un rol más sobrio del acostumbrado por la actriz. Evan Peters o Nicholas Hoult ni atraen ni repelen. Sorpresa de Sophie Turner, quien abandona la apática interpretación de Sansa Stark en Juego de Tronos en favor de la propia superación, gana presencia y credibilidad. Buen toque. Lo de Hugh Jackman resulta en violenta y concisa explosión.
Entre Sweet dreams y Metallica hallamos una película que retorna al origen de la narración visual sobre superhéroes sin olvidar las enseñanzas del viaje. No avanza lo ya visto, apenas aporta nada nuevo, pero descansa su aplomo sobre el suelo firme cimentado por el ensayo-error de la última década dentro del género.
X-Men: Apocalipsis resulta entretenida como para valer el precio de la entrada al cine, se deja tratar y disfrutar sin mayor fin que el lúdico y colorido sin cansar. Oh, y sólo los maestros del universo Marvel darán sentido a la inextricable escena post-créditos sin acudir a Internet. Avisados quedan.
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